por Kevin Gomez Garita, 2017.
“De todas las ideas políticas existentes, la más nefasta es el deseo de
hacer a los hombres felices y perfectos. El intento de realizar el cielo en la
tierra ha producido siempre el infierno” Karl Popper (s.f.)
Costa Rica es un país centroamericano cuya economía históricamente fue cimentada en el ejercicio de la agricultura. Actualmente, la agricultura ha evolucionado y ha ido tomando un enfoque más industrial, sin embargo, la economía nacional se ha diversificado hacia la producción de otros bienes no agrícolas y a la prestación de servicios.
La globalización ha calado profundamente en todos los aspectos de la sociedad mundial. El comercio se ha dinamizado y fortalecido en un mundo en donde las fronteras políticas ya no son un obstáculo. Costa Rica no ha escapado de esta tendencia y su producción se ha diversificado, por lo que el PIB dejo de estar conformado solo por producción primaria, figurando actualmente sectores como turismo, tecnología, industria, etc.
Por el anterior motivo la dinámica del comercio internacional de Costa Rica ha sufrido grandes transformaciones, negociando tratados de libre comercio con sus socios comerciales en diferentes latitudes y propiciando el libre comercio, pero, ninguna de estas negociaciones ha repercutido y generado tanta controversia en la sociedad costarricense como lo fue el conocido “TLC” con Estados Unidos. Con la llegada de un viejo conocido de la historia moderna costarricense al poder, el Dr. Oscar Arias Sánchez, comenzó una negociación que dividió al país en dos polos: el “sí” y el “no”.
Por un lado, el “no”, defendía la inconstitucionalidad del tratado, acotando que este transgredía nuestra soberanía y constitución política, razón que fue denegada por los magistrados los cuales le dieron, por mayoría de votos, el visto bueno constitucionalmente al tratado. Por el otro lado, el “si”, estaba liderado por “padres de la patria” que trabajaban para que el tratado se aprobara en la Asamblea Legislativa, sin dificultad, sin aspavientos ni percances.
Costa Rica tenía en la mesa una de las decisiones más difíciles de su historia, decisión que no podría ser tomada de otra manera que democráticamente por medio del voto popular. Un “referéndum” se llevaría a cabo y su correcta ejecución quedaría en las manos del Tribunal Supremo de Elecciones. Este sería el encargado de supervisar la legitimidad de las campañas y de dictar las reglas del juego. Lamentablemente el Tribunal prohibió a las universidades emitir criterios acerca del TLC, irrespetando la autonomía universitaria e imposibilitando que la academia informara, discutiera u opinara para el beneficio de la sociedad costarricense. Uno de los pilares de la Costa Rica moderna, la educación, fue amordazada.
En el juego del “si” o el “no”, uno de los actores más importantes e influyentes en las decisiones de la sociedad costarricense sigue siendo la iglesia católica. Costa Rica es un país que reconoce una religión oficial heredada por los conquistadores españoles, factor que fue tomado en cuenta por el líder del “si” al TLC. Mostrarse en los medios de comunicación en conversaciones con los obispos más reconocidos e importantes del país, inclusive, una visita a la máxima autoridad del catolicismo, en ese momento el papa alemán Benedicto XVI, en la cual el gobernante Arias aseguro que el pontífice expreso que el comercio libre era el motor del desarrollo e igualdad de las naciones modernas; consistió en una manera de hacer creer a la mayoría de la población que el TLC estaba “bendecido”.
Sin embargo, la iglesia aseguraba mantenerse en una posición neutral y recomendaba a sus párrocos y curas no ejercer ningún criterio que pudiera influir en la decisión de voto de la población. Al menos era lo que se expresaba a los medios de comunicación. La estrategia para lograr al si no se limitaba a la utilización de la aprobación de ciertos actores de importancia moral para la sociedad costarricense, sino que, se ejecutarían varios instrumentos para obtener mayor efectividad, entre los cuales la politiquería sería una de sus principales armas. Según el diario boliviano, Opinión (2011) podemos definir la politiquería de la siguiente forma:
“La politiquería, es la corrupción de la actividad política, cuando el aparato estatal o el poder social son puestos al servicio de los intereses particulares, de grupos o de clases sociales; políticos al servicio de intereses particulares, que engañan, que manipulan, que abusan del poder…”
El memorándum del vicepresidente Kevin Casas, demostraba como se puede utilizar el poder público para influir sobre una sociedad desinformada, temerosa y manipulable, a favor de intereses privados de grandes empresas y capitales. La difusión del miedo en la población se dio de numerosas maneras, principalmente las advertencias como “si no se firma el TLC…”, “nos convertiremos en la próxima Venezuela”, “las empresas se van a ir del país” o “estaremos aislados como Cuba”. Mas, la receta de cocina de Casas también proponía visitas de altos mandos a comunidades rurales, inauguraciones, firmas de proyectos y sobretodo promesas que no necesariamente serían cumplidas ofrecidas a cambio del “si”.
En el sector privado, se presentaron casos de empresas que incumplieron el derecho a la libre elección, despidos injustificados, obligaciones inexistentes y amenazas que no tenían derecho a ser y sin embargo fueron y surtieron efecto en una clase trabajadora humilde que su prioridad era mantener su estabilidad económica y la de su familia, todo esto al costo del “si”. Una inversión de13 veces más el monto en publicidad invertido en la campaña del sí a comparación de la campaña del “no” evidencia el poder económico y la magnitud de los intereses privados que impulsaban el acuerdo.
Pero esta gran diferencia en poder económico no fue proporcional a la diferencia en los votos. El referéndum se efectuó un 7 de octubre, el intervalo entre el “sí” y él “no“ fue ínfimo, 51% a favor, 49% en. Independientemente de la ética en las campañas, de las intenciones personales de algunos privados, de las intervenciones de ciertas figuras públicas e irregularidades presentadas en el proceso, Costa Rica como sociedad ha tomado una decisión.
Entonces, ¿Fue acertada la firma del TLC? Esta see convierte en la pregunta que debe ser analizada. Si bien es cierto, las grandes promesas políticas de que las empresas no se irían del país, además de las mejoras en el poder de adquisición de todos los habitantes del país no se han cumplido, inclusive con la firma del TLC, grandes transnacionales han trasladado parcial o totalmente sus operaciones. Sin embargo, si han aumentado nuestro volumen de exportaciones a los Estados Unidos, convirtiéndose en uno de nuestros principales socios comerciales.
Según un análisis realizado por el doctor en economía Ennio Rodríguez, Costa Rica es el país del tratado que más ha resultado beneficiado, especialmente con la apertura del mercado de telecomunicaciones donde la competencia de grandes multinacionales como Claro y Movistar obligaron al ICE a innovar y mejorar la calidad de su servicio de telefonía manteniéndose bajo la marca Kolbi como una de las principales compañías en esta actividad económica. A pesar de esto el doctor asegura que seguimos muy por debajo del promedio de América Latina en acceso a las telecomunicaciones e información.
Rodríguez explica, que en su análisis encuentra una Costa Rica más especializada en la producción de productos con valor agregado, apuntando hacia el concepto de economías de escala. Pero si analizamos nuestro sector agrícola, encontramos grandes problemáticas.
Carmona y Barahona (2004) apuntan a que el sector agrícola costarricense se encuentra en un dualismo: un sector agroindustrial manejado por grandes empresas o privados con gran poder económico dedicados a actividades y cultivos orientados a mercados internacionales y que claramente se vieron beneficiados con la vigencia del tratado; y otra parte de la agricultura costarricense dedicada al mercado interno, como la producción de granos básicos, tubérculos, legumbres, carnes, lácteos y productos de importancia en nuestra dieta, cuyo tratado no ha traído grandes ventajas y por el contrario ha generado desestabilidad en los precios e incerteza y desigualdad en algunos grupos sociales.
Por otra parte, un ministerio fraccionado en muchas instituciones autónomas que entorpecen el logro de objetivos y que consumen administrativamente el 50% del presupuesto destinado al MAG, limitando el presupuesto destinado a lograr competitividad. Aunado a esto un escaso relevo generacional que pone en tutela el futuro del sector, propiciado por una inestabilidad y un aumento en los riesgos de mercado para los principales productos agrícolas.
Aunque en el tratado se negociaron contingentes, restricciones, y barreras arancelarias, no podemos comparar el sector primario de la economía costarricense con el sector primario estadounidense, empezando con los altos niveles de tecnificación, innovación y apoyo a la investigación que existe en el país norteamericano, mientras que, en Costa Rica se sigue produciendo con los mismos paquetes tecnológicos de hace 40 años.
El proteccionismo del que ha gozado este sector de la economía se ha visto disminuido por la entrada de grandes cantidades, buenas calidades y mejores precios del producto estadounidense comparado con el nacional, beneficiando solo a ciertos actores económicos y poniendo en riesgo miles de empleos y economías rurales que dependen de la producción agrícola.
El politólogo Luis Guillermo Solís expuso que el tratado, aunque ha beneficiado al país en algunos indicadores económicos, ha aumentado los índices de desigualdad social. Y es que la importancia de la agricultura en el desarrollo rural y la dinamización de las economías es cuantiosa, propiciando una mejor distribución de la riqueza que la que genera la actividad comercializadora. Según Aponte (2017) “producir una ha de cebolla genera en promedio 90 jornales” mientras que “descargar un contenedor con 22 mil kilos es cuestión de horas” por lo que la distribución de la ganancia es concentrada en pocas manos. El TLC según Solís (2012) “ha provocado que Costa Rica sea el país con mayor desigualdad de América Latina, situación que además de exclusión y pobreza trae consigo “el detrimento de la democracia”.
En un balance de cuentas, el TLC no ha sido tan prospero como se había prometido, al menos para la mayoría de la sociedad, ni tan catastrófico como se advertía, al menos no hasta el momento. Los instrumentos arancelarios y de protección empiezan a agonizar y la economía costarricense debe prepararse para el cambio. La competencia, teóricamente funciona para mejorar la capacidad de respuesta de las empresas, la especialización y por ende su sobrevivencia y crecimiento en el tiempo, siempre y cuando, esta se de en igualdad de condiciones. En el caso del sector agrícola ¿están nuestros pequeños y medianos productores en igualdad de condiciones que el agro estadounidense?, posiblemente la respuesta sea no.
Bibliografía
Aponte, A. (1 de setiembre de 2017). Opinion sobre el TLC con Estados Unidos.
(K. Gómez, Entrevistador)
Carmona, C., & Barahona, M. (2004). AGRO Y TLC DE CENTROAMÉRICA CON ESTADOS UNIDOS: UN ANÁLISIS DE LOS RESULTADOS DE LAS NEGOCIACIONES E IDENTIFICACIÓN DE ESCENARIOS EN COSTA
RICA. (UNA, Ed.) Economia y Sociedad, 5-31. Obtenido de
www.revistas.una.ac.cr/index.php/economia/article/download/942/867
Opinión. (28 de 07 de 2011). opinion.com. Recuperado el 09 de 2017, de
http://www.opinion.com.bo/opinion/articulos/2011/0728/noticias.phpid=19326&calificacion=2
Rojas, A., & Cardenas, P. (Dirección). (2012). Santo Fraude [Película].
Universidad de Costa Rica. (19 de Octubre de 2012). Expertos analizan beneficios y consecuencias del TLC. San Jose, Costa Rica. Obtenido de
https://www.ucr.ac.cr/noticias/2012/10/19/expertos-analizan-beneficios-yconsecuencias-del-tlc.html